No hay destino escrito y si no lo hay; entonces hay que escribirlo uno mismo. Porque la existencia precede a la esencia.

lunes, 23 de mayo de 2011

Mi enemigo.



Hace poco leí uno de los pasajes del libro “Así habló Zaratustra” de Nietzsche, se titula “De la picadura de víbora”, pero al momento de leerlo me encontraba en un estado de ebriedad (50%), lo había leído antes sobrio pero esta vez le di más análisis (quizá fue la cerveza quizá no). El punto es que, después de leerlo y analizarlo me puse a escribir (aún borracho) y salió lo siguiente ;

Mi enemigo.

¿En realidad un enemigo es más afectado si le devuelves bien por mal? ¿Y si le devuelves su mal, será un bien?...

El enemigo es discordia, al enemigo debemos comprender el por qué es nuestro enemigo.

Sí es tu enemigo ¿Cuál es la razón para qué lo sea? ¿Haces tus enemigos o te hacen tu enemigo?

Es tan importante el enemigo, no porque sea tu antagónico, sino porque es tu complemento para el crecimiento, para tu desenvolvimiento, tu contradicción es la evolución del pensamiento. Tu enemigo es tan importante para ti, como tú lo eres para él. Dentro de nuestra discordia está nuestra evolución y al evolucionar cada uno eliminará a su contrario, yo querré limitarte a ti, mi enemigo, y tú, querrás limitarme a mí, tu enemigo.

Yo creo en la lógica formal, creo que sólo una de nuestras interpretaciones de la verdad puede prevalecer, no existen para mí dos interpretaciones para ‘mi verdad’, tendré que eliminar la tuya.

Enemigo, te agradezco de ser mi enemigo, agradéceme tú igual o empéñate en no destruirme.

Yo te miro hacia abajo sin voltear hacia abajo, te miro donde te quiero, te quiero para destruirte, tú me incitas a tu abolición, enemigo mortal. Veme igual sí quieres lo mismo para mí, tu enemigo.

Yo contigo no hablaré de mis amigos, no hablaré de mis aliados, yo contigo, enemigo mío, hablaré de ti, de mi enemigo. Te conozco, sé cuáles son tus redes que me quieren atrapar, sé cómo quieres manipularme, enemigo, yo te conozco.

Tú, enemigo, estás más lejos de “tu vida eterna” que de tu muerte, que es a la que yo me acerco. Más empeñado estoy en enriquecer mi espíritu que en que mueras, porque, cuanto más enriquecido sea mi espíritu, más cerca de la muerte estás tú.

Enemigo, al verme de frente, no mires hacia abajo, veme a los ojos y date cuenta que yo veo tus pasos.

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